A pesar del desconocimiento existente, no solo en buena parte de la sociedad sino también entre profesionales sanitarios y del ámbito educativo, de las competencias de los profesionales de la logopedia, éstos forman parte indispensable del equipo que trabaja con y para las personas con trastornos del neurodesarrollo.
Según explica Antonio Clemente, presidente del Colegio de Logopedas del País Vasco, en el marco de la próxima celebración, el 3 de diciembre, del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, «el logopeda es clave para una correcta atención a las necesidades de las personas con trastornos del desarrollo. En primer lugar, participamos en la prevención e identificación temprana de menores con dificultades en el lenguaje oral y escrito. También somos imprescindibles en el proceso de evaluación y diagnóstico de un trastorno del lenguaje. Y, finalmente, nuestra profesión es esencial en la intervención con el niño o la niña y con respecto al proceso de toma de decisiones en base a la última evidencia científica disponible».
«La detección temprana de los trastornos del lenguaje es una asignatura pendiente». Por ello, reclama «una ratio más alta de logopedas en sanidad, la incorporación sistemática de los logopedas en el contexto educativo y una mayor presencia, igualmente, en centros de atención temprana, ya que, no hay que olvidar que las dificultades de comunicación y de lenguaje son las demandas más frecuentes en estos dispositivos asistenciales y, aun así, la proporción de logopedas es muy baja en relación a otros profesionales».
El logopeda es el profesional sanitario que «centra su trabajo en la investigación, prevención, evaluación, intervención y prevención de los trastornos de la comunicación, el lenguaje oral, el lenguaje escrito (lectura y escritura), el habla, la voz, la audición y las funciones orales asociadas (respiración, masticación y deglución)», detalla.
«El logopeda tiene formación y experiencia para distinguir un trastorno del lenguaje de un problema de lenguaje por motivos socioculturales, por falta de exposición a la lengua o por otros motivos», destaca el también vicepresidente segundo del Consejo General de Colegios de Logopedas de España.
Reconocimiento de la discapacidad
El presidente del Colegio de Logopedas del País Vasco reclama el reconocimiento de la discapacidad para los pacientes con trastornos del neurodesarrollo y de la comunicación: «para determinar, por ejemplo, si un escolar tiene un trastorno de desarrollo del lenguaje, que conlleva fracaso escolar en el 80% de los casos) se necesita de un tiempo de evolución; por este motivo proponemos que una etiqueta más genérica, como la de trastorno del neurodesarrollo, sea suficiente para recibir las ayudas necesarias».
Trastornos del neurodesarrollo y trastornos de la comunicación
Tal y como se recoge en el ‘Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales’ de la Asociación Psiquiátrica Americana, entre los trastornos del neurodesarrollo en los que trabajan los logopedas se encuentran los trastornos de la comunicación, trastornos del espectro autista, trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y el trastorno específico del aprendizaje.
Según se muestra en este mismo manual, dentro del grupo de los trastornos de la comunicación se pueden citar el trastorno del lenguaje, el trastorno fonológico, el trastorno de la fluidez de inicio en la infancia (tartamudez), el trastorno de la comunicación social y el trastorno de la comunicación no especificado.
El experto pone de relieve que «los trastornos del neurodesarrollo tienen una prevalencia entre un 15 y un 20% de la población. Por ejemplo, los trastornos del aprendizaje, como la dislexia, la discalculia, la disgrafía o la disortografía, afectan a cerca del 10% de la población escolar; de ellos, el 80% tiene dificultades en la lectura. Asimismo, la prevalencia del trastorno del desarrollo del lenguaje (también conocido como trastorno específico del lenguaje), alcanza en nuestro entorno a un 7% de los menores en edad escolar».
Además de los anteriores, la prevalencia del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) oscila entre el 5 y el 7% de la población pediátrica, mientras que el trastorno del espectro autista, la prevalencia varía entre un uno y un 3% de los menores.