Bilbao, 31 de mayo de 2021.-
«El lenguaje (y la comunicación) comienzan desde el nacimiento. Sin embargo, existe aún una tendencia, en algunos sectores sanitarios y educativos, a esperar excesivamente antes de aconsejar la consulta con el logopeda a los padres y madres de niños que presentan alteraciones en el ritmo normal del desarrollo del lenguaje. Esto provoca que muchas veces se pierda la oportunidad de una detección precoz de dichos problemas, con la consecuencia de saltarse los periodos críticos (momentos adecuados para cada uno de los distintos aprendizajes)». Esta circunstancia, «más habitual de lo que nos gustaría» es puesta de relieve por Antonio Clemente, presidente del Colegio de Logopedas del País Vasco.
El logopeda es el profesional que conoce, trata e investiga el desarrollo de las funciones comunicativas. Gracias a sus estudios universitarios, estos profesionales sanitarios son capaces de detectar e interpretar los predictores de desarrollo que permiten anticipar la existencia, o no, de anomalías en el desarrollo.
Tal y como explica el experto, «existen protocolos, que permiten fijar los desarrollos, lo mismo a nivel motor que lingüístico, a los seis, nueve, doce, 24 meses, etcétera. Estos hitos nos dan la posibilidad de valorar si el desarrollo corresponde al nivel típico o no».
Como ejemplo, un momento especialmente significativo es la llegada a los dos años: «A esta edad, el niño conoce y utiliza más de 50 palabras y construye frases combinando dos o tres palabras. No tener este nivel a esta edad es relevante. Conviene consultar al logopeda», destaca Antonio Clemente.
De esta consulta saldrán orientaciones para estimulación del lenguaje en los contextos naturales (familiares fundamentalmente), se podrá hacer un seguimiento e ir tomando decisiones hacia la Atención Temprana, o lo que considere oportuno el profesional.
Los logopedas han «desaparecido» en los últimos años del sector educativo, al cual quieren regresar por considerar que sus competencias «son complementarias a las del resto del equipo existente en la actualidad», según pone de relieve el presidente del Colegio de Logopedas del País Vasco. Bajo su punto de vista, «existe una creencia errónea, pero muy extendida, que es la de pensar que el lenguaje oral siempre se desarrolla de forma espontánea sin más necesidad que la de la convivencia social. Nos encontramos con muchos niños que están presentando dificultades en la interacción social, como problema secundario a las dificultades en el desarrollo de su lenguaje».
Por todo lo anterior, los expertos aconsejan estar atentos a varios indicadores de anomalías en el desarrollo del lenguaje y comunicación de los niños. Todos los que expone a continuación el Colegio de Logopedas del País Vasco son motivo para acudir a la consulta de uno de estos profesionales sanitarios:
- No interactúa socialmente (desde los primeros meses).
- No entiende lo que se le dice (desde el año).
- Usa pocos sonidos, palabras o gestos (entre los 18 meses y los dos años).
- No dice palabras con claridad (entre los 18 meses y los dos años).
- No combina las palabras (a partir de los dos años).
- Tiene problemas para hablar y jugar con otros niños (entre los dos y los tres años).
- Continúa hablando mal, sustituyendo unos sonidos por otros, omitiendo sonidos y palabras de contenido gramatical (a partir de los cuatro años).
El experto recuerda que «un desarrollo correcto del lenguaje oral debe ser la divisa de un buen trabajo en educación infantil, ya que será un pilar sólido sobre el que se sustentará el aprendizaje de la lengua escrita. Al logopeda no sólo se va a aprender a decir la erre, de hecho, se puede tener un alto nivel de desarrollo lingüístico sin articular bien este sonido (o cualquier otro) y, al revés, articular bien y tener un discurso pobre, o no haber accedido al lenguaje figurado».
Tal y como concluye, «el lenguaje es la base del pensamiento. Un desarrollo pobre del lenguaje va a condicionar el desarrollo cognitivo y, por ende, la interacción social».
La Logopedia es una profesión sanitaria universitaria que tiene entre sus competencias la prevención, evaluación, tratamiento y el estudio científico de los trastornos del lenguaje, el habla, la voz y las funciones orales no verbales (relacionadas con la deglución principalmente), desde el nacimiento hasta el final de vida.